Aún con la memoria fresca acerca del precioso y multitudinario XI Congreso Internacional de Río Abierto Uruguay  2018, casi aún integrando algunas de las ricas vivencias allí liberadas, ya se están calentando los motores en Kazan (Rusia) para recibirnos en el que será el XII encuentro de esta organización que fundó María Adela Palcos en Buenos Aires (Argentina) en 1966.

Será del 4 al 13 de septiembre de 2020 -un dato que conviene resaltar ya para los más previsores en lo de reservar vuelo y vacaciones. Por lo demás, corre un sugerente rumor de que la convocatoria incluye un crucero por el Volga, aunque por ahora todo son posibilidades hacia el que se promete como un encuentro grandioso y feliz, con infinidad de propuestas. Para el momento dejamos saber si las cosas importantes, como en la vida misma, surgirán o no fuera de programa…

Lo que resulta inevitable al mirar hacia el XII Congreso Internacional de Kazan es que la memoria se despierte hacia el último encuentro, con Graciela Figueroa como anfitriona, en Piriápolis y Montevideo, hace justo un año, que nos dejó imágenes y vivencias para la historia; aptas para una antología de experiencias de desarrollo personal por el camino de la alegría, el humor y el amor –escenas y sensaciones que restablecen la confianza para abrirnos a trabajar sobre lo que la vida disponga y que vienen a ser una confirmación del lema sobre el que pivota nuestro hacer: cuidar el cuerpo, escuchar el corazón, desplegar el ser.

Hace ahora un año de todo lo vivido en `el paisito´ oriental y, cuando la memoria vuelve sobre eso, parece imposible la cantidad, la calidad y la intensidad de aquellos días –valga acudir a la física cuántica, o a la quinta dimensión, o sencillamente a aceptar que habitar cada momento rompe la linealidad del tiempo y cambia por completo las medidas y nos traslada de Kronos a Kairós.

La magnífica acogida que se nos brindó en Piriápolis, en el grandioso hotel balneario Argentino no fue más que un portal para todo lo que nos aguardaba en esa fase que tuvimos el privilegio de disfrutar titulados y certificados del sistema Río Abierto procedentes de una quincena de países. La guinda la puso un taller de candombe que a muchos hizo llorar de emoción sintiéndose parte de una agrupación al uso, en un único ritmo; todos vibrando en una misma clave.

Pero aquello no había hecho más que empezar y, cuando parecía imposible mayor grandeza, la explosión del congreso  trasladado a Montevideo, abierto a todos los públicos y repartido en diversos sitios de la ciudad dejó claro que la expansión supera con muchísimo todos los límites de la imagianción. Talleres en todas las materias imaginables relacionadas con el desarrollo personal y la creatividad parecían impulsados en eficacia y participación por aquella primavera austral, que se llenaba de vida y de creaciones artísticas y para las que había que robar horas al sueño.

Y la lección de los anfitriones liderados por Graciela Figueroa tuvo más que ver con la creatividad, tanto dentro como  fuera de programa, y sobre todo con la organización y la calidad de la acogida durante los diversos eventos, que tuvieron como cierre el espectacular viaje al singularísimo Cabo Polonio.

Verlo en retrospectiva ayuda a reconocer la trascendencia de todo lo ocurrido y es un impulso inevitable a querer también vivir la experiencia de Rusia 2020.

Allá vamos.