Cuando emprendemos un viaje como este, hacia el Origen, suele ser porque algo en nuestra vida mecánica ha comenzado a hacer ruido. El vacío, la soledad, la enfermedad o la muerte de un ser querido entre otras circunstancias nos ha sacudido. Y nuestra vida cambia. A veces algunas personas decidimos emprender un viaje.
El viaje del héroe (o heroína) es aquel que transforma desde dentro al individuo.
Es el conjunto de capacidades que permiten metabolizar incluso las experiencias más dolorosas que se hayan vivido. El cambio de paradigma más profundo es poder tomar la vida desde el centro mismo de mi existencia. Ampliando mi capacidad para, de a poquito, comprender a quien comprende. Observarme con todo el amor que haya podido tomar, profundizando en la mirada interna. Y el cómo percibí mis heridas, mi dolor más profundo.
Muchas veces me he interrogado a lo largo de mi vida acerca del sentido que este hecho tiene en nuestra existencia humana. Una mezcla de rechazo e incredulidad ante la constitución y los cimientos que sostienen la experiencia en este plano de la realidad, que va dando paso a una integración más amorosa en la medida en que voy caminando este sendero.
Abandono, desamparo, pérdida, muerte, enfermedad, abuso…son experiencias que sacuden nuestros cimientos.
No se entiende con la razón ordinaria y esto genera conflicto.
Sin embargo, en la medida que uno profundiza y continua con el compromiso honesto de llegar hasta el fondo, hasta el kilómetro cero de este aparentemente sin sentido, algunas cosas insólitas comienzan a manifestarse.
He sido testigo de muchas situaciones, tanto propias como ajenas, en las que en el momento en que una persona, puede tomar el valor para mirar ese instante, ese escenario, esas concatenaciones de sucesos dolorosos de su vida y sostenerlos, respirarlos, algo interno extiende unas “alas” que abrazan.
Una comprensión más allá de la consciencia con la que planeo mi vida o con la que decido si cambiar de trabajo o comprar la cena…
Pudiéramos llamarlo de muchas maneras. Conciencia, alma, corazón, guía interior…acá cada unx tiene su manera única de relacionarse con este estado tan esencial.
Y no sólo sucede en la persona que lo experimenta. Un halo, una vibración e irradiación se expande por el ambiente, por la sala, sobrecogiendo. Arrastrando las barreras y las defensas de quienes lo presenciamos. Una experiencia de común unión, de amor, salud, paz, aceptación, perdón, gratitud… nos atraviesa, nos acaricia. En ese momento no hace falta decir mucho. Sobran las palabras.
Esta experiencia comienza a dar sentido a toda la existencia. Se convierte en la brújula, en la guía. Cuanto más la habito, más certeza obtengo de que Soy eso. Y de que lo Soy con el resto de la existencia.
Existen muchos libros acerca de esta experiencia y muchas personas la han descrito con la mayor exactitud con la que se puede nombrar algo que proviene y emana de lo incognoscible.
Tanto en las clases, como en la formación de Río Abierto , estas experiencias son el hilo conductor. De nuevo el hilo de Ariadna que permite a Teseo, salir del laberinto del “peligroso” Minotauro.
Este laberinto pudiera verse como el conjunto de estrategias que tuvimos que desarrollar, en profunda soledad para sobrevivir. Para pertenecer. Para conseguir un poco de mirada, de amor.
El monstruo, el furioso Minotauro en el núcleo del laberinto. El custodio del tesoro, es el enemigo. Con quien hay que luchar, combatir a muerte. La figura deforme y rechazada.
Pero quizás en algún momento del proceso se nos revela una cierta empatía hacia esta figura.
Y vamos pudiendo incluirla con amor adentro nuestro.
Mi mundo creativo, mi fuerza no expresada, mi instinto.
Cuanto caudal de vida está alienado. Cuanto movimiento, cuanta danza y verdad hay en este Minotauro.
¿Quien lo calificó de deforme, feo?¿Cómo es que alguien decidió que mejor nunca saliera del laberinto? ¿Quien lo condenó a esa soledad? ¿Como es que lo temo? Que lo rechazo?
En el mito, Teseo lo mata y sale victorioso del laberinto. Pero en la verdad de nuestro proceso, quizás podemos abrazarlo. Toda esa fuente de instinto, de vida salvaje, de naturaleza animal nos lleva a una regulación organísmica en la que nos reconectamos con el placer, el amor hacia nosotrxs mismxs, la vida, la salud.
Cuando se puede ir transformando internamente el juicio a este conjunto de actitudes y cualidades podemos descubrir la alquimia a través de la cual, nuestro particular danza con el Minotauro se convierte en nuestra medicina.
En cada clase, en cada sesión podemos tomarla. Entregarnos a su flujo dionisiaco y cabalgar sobre su lomo, disfrutar y jugar. Apreciar que lo único que necesitaba era este permiso y la mirada de amor hacia nuestra naturaleza.
Al mismo tiempo que disfrutamos de esta experiencia, estamos reparando el vínculo con nuestro niñx reprendido, castigado, con nuestros dones más innatos. También este ser nos muestra el origen. La causa del efecto y viceversa. De los mensajes que recibí en mi familia, en la sociedad. El dolor por haber tenido que enjaular a mi Minotauro. Y la percepción que de mi mismx, imbuido en aquella sociedad, época, tuve de este Ser. De esta parte de mi manifestación legítima.
El trabajo de Río Abierto funciona como el árbol, me gusta verlo. Las raíces hacia la tierra (la oscuridad) y las ramas se abren hacia el Sol (La luz).
Al mismo tiempo que reparo todos esos mensajes y voy sanando ese dolor, comienzo a sentirme con un “capital” de fuerza, de energía, de inteligencia, de amor y con unos dones con los que siento que la vida SI va cobrando un sentido más profundo.
Y con unas ganas de poner al servicio todo lo recuperado. Como el Violinista que recupera su violín después de muchos años y comienza a recordar todas las obras que sabía interpretar.
Sentimos quizás, que como la flor, su aroma es para embellecer la vida, para perfumar a quienes pasen cerca suyo. Y no se preocupa del número de personas que se acercan a deleitarse con su aroma. Humildemente y como parte de la existencia, ofrece gozosamente sus colores y formas para ser un hilo más del tapiz de la tierra.
Y quienes tenemos el privilegio de trabajar en Río Abierto, somos testigos de estos florecimientos de la Esencia.
Volver a relacionarnos con ese amor que sentíamos habíamos perdido y al que habíamos renunciado.
Como dice el dicho Budista:
¿Como evitarías que una gota de agua se seque?
Entregándola al Mar.
Es la contemplación, con profundo agradecimiento a la existencia, de un nuevo amanecer. El alba de un nuevo regreso de lxs hijxs de la Vida.
A veces me pregunto: quizás la vida no tenga más sentido que éste. Aprender a despertar en el camino mis capacidades esenciales, el recuerdo de sí. Recordarme para qué vine, para qué encarné. Y cuál es el propósito de mi vida hoy, ahora y aquí. Quizás después solo se trate de bailar con la existencia en abundancia y amor.
Gracias Río Abierto. Sí!!
Francisco Lezaun. Terapeuta psicocorporal y transpersonal Sistema Río Abierto. Formado en Rio Abierto España con la dirección de Graciela Figueroa (2008-2012) y en Buenos Aires con María Adela Palcos, fundadora de Río Abierto Internacional (2012-2014). Miembro colaborador de Espacio Movimiento, Rio Abierto España. Masajista Sistema Río Abierto. Teatro terapéutico en la Escuela de Juan Carlos Corazza de Madrid. Terapeuta Reiki. Meditación Vedantaadvaita con Iván Oliveros (Sesha). Actualmente en formación como Terapeuta Gestalt, Psicoterapia Corporal y Bioenergética. Coordina grupos en Surya y la Escuela Navarra de Teatro de Pamplona en Técnicas Psicocorporales Sistema Río Abierto, así como acompañando procesos individuales.