Hoy, 17 de Abril, tras nuestra Semana Santa, tan vacacional, donde se nos regala un tiempo para vivir lo Divino y lo Profano, volvemos a lo cotidiano con diferentes sensaciones.
Si nos hemos nutrido, atendiendo nuestras necesidades, regresaremos con buena disposición, y si nos hemos exigido, habiendo querido satisfacer deseos propios y/o ajenos, sin contar con nuestro autocuidado previo, seguramente nos encontraremos con las pilas descargadas.
Sea como sea, somos personas, con personalidades únicas, que se manifiestan colectivamente en una sociedad marcada por una cultura conformada y diseñada por humanos y sus leyes. Las leyes religiosas, en su origen, son una expresión y manifestación de las leyes Divinas, interpretadas y malversadas por los humanos a través de los tiempos.
El olor a incienso, las flores, los cantos, las recreaciones de la pasión y resurrección, con el fervor de tantos corazones, invocando, pidiendo, rezando, reclamando una vida mejor; o pidiendo perdón y clemencia por acciones imperdonables al humano que sólo descansarán en la clemencia del cielo.
Es decir, nuestra cultura es personal y lo personal personaliza con sus limitaciones culturales.
¿Qué ocurre, si vamos más allá, si miramos las estrellas, el firmamento, nos bañamos en el mar, recibimos al astro rey cada mañana, respiramos el oxígeno que nos permea, sentimos la tierra en nuestros pies y nos dejamos abrazar por el espacio vacío y pleno que nos rodea y somos?
¿Quiénes somos en realidad?, ¿quién soy yo?, ¿qué es este caos al que pertenezco y al que quiero gobernar en mi ilusión de control?
La búsqueda de un sentido y un propósito también existe desde siempre en cada corazón humano. El sentido espiritual de la existencia, de lo intangible, de lo etéreo, del misterio, de lo que viene de arriba, de lo Divino, del Alma, del Espíritu, en esta época de caos y nueva humanidad que muere y renace con fuerza e intensidad a cada instante.
¡Encontrar un alivio cotidiano es una emergencia espiritual!
Existen millones de ofertas de cursos y retiros por todo el planeta porque «aquí, no hay quien viva» y, por supuesto, los de nuestra escuela Río Abierto, que es a la que pertenezco y más resuena en mí por su abrazo a lo singular en lo colectivo, con un espíritu comunitario transpersonal.
Mientras tanto, en casa, en cualquier lugar que tengas un rincón para ti, puedes practicar unos minutos, y para ello te ofrezco alguna práctica.
Práctica 1
- Al levantarte, ve a un espacio con luz y silencio, en intimidad. Si puedes, abre una ventana si el sol está saliendo frente a ti; ese es el lugar.
- Plántate de pie en la vertical, siente el suelo, el espacio delante de ti, el espacio detrás de ti, tus brazos colgando a cada lado; siente su peso, nota el peso de la cabeza y el espacio por encima de ella. Si hay algún pequeño movimiento o vibración, observa tu respiración y sigue el movimiento natural de la vibración en el cuerpo. Haz lo que necesites, como si te dan ganas de volverte a tumbar, estirarte, descansar, saltar…
- Percibe el libre movimiento de la energía y síguelo… ¡Date tu tiempo! (Puedes darte un tiempo con cronómetro, 10-15minutos si vas con prisa, para que en la práctica te entregues sin control).
- Cuando acabe la práctica, date cuenta de cómo te sientes. Si tienes el privilegio de estar sin tiempo del reloj, asocia libremente en ti los movimientos, y que sea tu vibración, tu naturaleza interna la que te guíe desde la quietud, al baile más alocado, desde el silencio, al canto más o menos desafinado…
- Al finalizar, adopta una posición que para ti sea de oración y entrega los frutos al día de hoy y a lo que tú quieras, enfocando tu atención en tu propósito.
Práctica 2
- Al acostarte, busca un lugar de intimidad y lánzate a vaciarte, a quitar toda la contaminación que has almacenado hoy, a sacar «la basura» de la mente y del cuerpo para que puedas «dormir con los angelitos» en «el manto de amor y sabiduría».
- Te propongo hacer una carrerita en el sitio. Si tienes bici estática y te apetece, puedes pedalear unos 10 minutos con el fin de liberar la energía atrapada, regular tu respiración para no agotarte e ir cogiendo fondo respiratorio. Mientras lo pesado se va esfumando, saltas, liberas tus brazos, golpeas en el aire, expresas las emociones más reprimidas, miedo, rabia, tristeza, asco, que sutilmente se nos esconden «aguándonos la fiesta del bienestar». Liberamos, bailamos…
- Acabamos con un automasaje, llevamos las manos donde el cuerpo pida. Me doy un baño, alternando agua caliente y/o fría, me doy un buen aceite o crema que me dé placer, ropa limpita y me tumbo un rato boca arriba en la cama. Puedo tener una vela aromática que me inspire y descanso en calma, con una mano en el bajo vientre y otra entre la boca del estómago y el corazón, escuchando y escuchándome en lo profundo.
- Si la mente está inquieta y cuesta pararla, además de la respiración, que es el fluido del Alma, y el silencio, un mantra que ayuda a «regresar a casa» es:
«Este es el mejor lugar del mundo para estar, mi casa cuerpo, aquí y ahora». - Una y otra vez te vas acompañando con la conciencia en la respiración, notando como tu energía se expande, entrando en el Silencio y en las Alas del Alma. Y si estás en buena compañía en casa y te dan ganas de compartir, todo se multiplica en el abrazo del Amor.
Felices días. Namasté.
Alicia Gonzálvez Campos
Directiva Docente de Rio Abierto,
Cofundadora de Espacio Movimiento Rio Abierto España.