Versión breve de la meditación phowa.  Dedicada a las personas que están en el tránsito y a las que se han ido ya a la Luz.

Comparto esta práctica budista:

Nos tomamos un momento para aquietarnos, respirar y traernos al presente.

Imaginamos a la Presencia Divina, Ser de Luz y Amor infinitos. Puede ser sin forma o la imagen que nos inspire: Buda, Jesús, María. Nos conectamos con esta Presencia desde nuestro corazón.

Visualizamos a la persona que nos ha dejado. El Ser de Luz está sobre su cabeza, la contempla con amor infinito y desde su corazón derrama sobre ella pura Luz y Amor que va entrando por la coronilla de la persona y va iluminando su cuerpo de arriba a abajo. Todos sus temores, oscuridades, sufrimientos y apegos se van disolviendo en esa Luz.

A medida que la luz baña todo su cuerpo, éste se va disolviendo en la Luz, hasta que queda sólo su corazón, como una luz brillante que se eleva hasta fundirse con la Fuente de Amor infinita.

Nos quedamos contemplando esa imagen o sensación, el tiempo que podamos.

Acostumbro a encender una vela antes, que puede quedar encendida hasta que se apague sola (de forma segura).

(*) Sogyal Rimpoché habla de la importancia de que la practiquemos con nosotr@s mism@s a lo largo de la vida, para recordarla en el momento de nuestra muerte.

Siempre que la realizo siento una gran paz y confío en que desde nuestra conexión con el corazón, les llegue a las personas a quienes acompañamos

Abrazos.

Con todo el respeto al autor y al origen de esta práctica.

M. Sol Román

(*) Del Libro Tibetano de la vida y de la muerte, Sogyal Rimpoché, pag 263 a 255. Ed. Círculo de lectores.