Por momentos y a la vista de la aldea y del paisaje, parece que el tiempo se ha parado. Pero nunca un retiro de verano generó tanto movimiento a tantos niveles y tan aplicables al mundo de todos los días. La Semana del Encuentro con Graciela Figueroa, con más de treinta ediciones, más que un retiro de movimiento y creatividad, es un baño de sanación y una puerta abierta al propio potencial en todos los órdenes de la vida, por un camino de vitalidad y alegría que con frecuencia resulta asombrosamente nuevo.

En habitaciones repartidas por la preciosa aldea de Aluenda (Zaragoza), La Casa Toya se ocupa de una intendencia en la que facilita la mejor sala de trabajo por muchos conocida y que para este año (del 22 al 29 de julio de 2020) conocerá una ampliación que facilita acrecentar la afluencia hasta un límite de noventa personas. Aun así, la lealtad año tras año de algunos unida a la previsión, sobre todo de quienes vienen de lejos, hace que se cierre la inscripción con una antelación insólita. (*)

Así lo explica la responsable de la organización de la Semana del encuentro, Betlem Casanova, titular también de Río Abierto Catalunya, quien destaca la alegría tanto por el reencuentro año a año -o en años no consecutivos- como por la riqueza de las caras nuevas con las que la familia se amplia cada verano, y advierte que en cada edición parece completarse el cupo con una antelación mayor, quizá especialmente porque el tirón empieza a alcanzar a gente de países lejanos -el año pasado vino una persona que vive en Nepal, que este año repite; y también vino gente desde Israel y desde Alemania. 

Para Casanova, junto a quien trabajan también Carmen Martín, Cari Sánchez Artiles, Lola Ansola, Norma Dipaola y Pedro González Rojas, cada año ocurren «pequeños milagros» que, como dice Graciela Figueroa son «máximos»: se abre un espacio y un tiempo con procesos terapéuticos concentrados que son entre todos. La maestra lleva la batuta y dirige, pero el resultado es el de la orquesta sinfónica completa, cada uno revelando su nota clave y en afinación.

Una de las cosas que llama la atención del trabajo con esta artista multidisciplinar y terapeuta psicocorporal que dirige Río Abierto España  dentro de su inmensa capacidad de trabajo es conocer y re-conocer a cada uno, a cada una, hasta un punto que no parece posible, y que ayuda a que el tejido que se va generando a medida que avanza la semana sea tan eficaz y tan cabal. Al respecto, Betlem Casanova destaca la coherencia y la unidad con la que el trabajo avanza, y señala como curiosidad la frecuencia con la que aparece un emergente que se diría unitario, o al menos en una proporción del grupo realmente llamativa.

Para poder explicar qué es lo que ocurre a través de los ejercicios de despertar, o las danzas, o las propuestas grupales de intracción y compromiso con el bienestar, la fuerza y la fluidez, o de exploración de talentos creativos, o del contacto y el masaje, hay que acudir a misterios que sólo conoce el hemisferio derecho, que habitualmente está adormecido y que sabe de honduras, sensibilidades, conexiones y capacidades que recuperan el sentido de la vida. La sanación, explica Betlem Casanova, toca «el cuerpo y el alma; pasan muchas cosas a diferentes planos».

Para el conjunto de lo que ocurre y que no es fácil de explicar, es importante también el encuentro con personas que vibran igual que tú y que se vuelven como hermanos, con todo lo que implica esa hermandad, con independencia de estar acudiendo por primera vez o ser asiduo, y con independencia también de la edad. Todo ello genera un universo que, aunque rompe inercias y rutinas como en otros retiros al uso, nunca es una evasión de la realidad, sino un aterrizaje en una realidad que parece iluminada con acontecimientos, relaciones y vivencias que son las que cada cual necesita y que llegan a resultar prodigiosas y prodigiosamente transportables al contexto cotidiano.

Cada mañana, unos ejercicios de estiramiento o contacto seguidos de un silencio lleno de propósito o una meditación guiada ayudan a despertar antes del desayuno y a disponer el cuerpo y la intención. Tras un descansito, empieza el trabajo de la mañana, generalmente impulsado por una danza en círculo dirigida por Graciela Figueroa y por otras danzas hasta llegar al movimiento libre y a alguna actividad de interacción encaminada siempre a una mayor consciencia, hacia el despliegue de potenciales, por el camino del bienestar y la alegría. El descanso de la comida permite un tiempo para la piscina y para las relaciones sociales, además de poner al día actividades creativas. A continuación y hasta la hora de la cena, vuelta a la preciosa sala para nuevas exploraciones personales y grupales.

Y, por si fuera poco, entre medias aparecen también las reuniones de trabajo con Graciela Figueroa, más minoritarias, para quienes están haciendo la formación Río Abierto, una completa terapia psicocorporal y transpersonal de la que esta semana ofrece un generoso muestrario para quienes necesitan tener información práctica sobre ese recorrido formativo que se desarrolla en tantos lugares de la península y de las islas.

Son siete días donde el tiempo hace piruetas cuánticas. Betlem Casanova se aventura a explicar cómo es un día tipo para quien quiera saber de entrada a qué se expone en Aluenda. Pero sabe que un rasgo presente en la vertebración del trabajo es el factor sorpresa, también para quienes se consideran asiduos de la semana, porque aunque puedas encontrarte con una dinámica conocida o saber que la siguiente sesión va a ser una continuación de lo vivido, no puedes anticiparte a la vivencia ni a las novedades que traiga consigo.

Como es habitual, el efecto de inflexión es mayor y más definitivo cuanto mayor sea la entrega. Y cada quien sabe hasta dónde puede y quiere nadar, sentencia Betlem Casanova, que considera un honor trabajar al lado de Graciela Figueroa. 

(*) Aquí todos los datos para la inscripción en la Semana del Encuentro con Graciela Figueroa 2020, hasta cubrir el cupo.