La respiración conecta el plano físico con el energético, es puente entre dos cuerpos.

Los pulmones se enraízan en la atmósfera.

Ella forma parte de nuestro cuerpo, el aire que respiramos nos da la vida y a la vez ella nos respira, formamos parte de su cuerpo con el intercambio gaseoso con la naturaleza.
En hebreo «alma» tiene la misma raíz de «respirar»: aliento divino. El alma está ligada al aire.
Como un bebé con su boca unida al pecho de su madre, nuestros pulmones están ligados a la atmósfera que nos rodea.

Cuando habito esta sensación con consciencia siento el cuerpo más ligero, percibo cómo el cuerpo energético se despliega.

La energía del aire entra por los canales sutiles del cuerpo energético, que atraviesa y permea al cuerpo físico; es como desplegar unas alas. Es una sensación de aire en movimiento alrededor de la piel, y especialmente entorno a los pulmones, el tórax y su movimiento en el espacio.

Lo siento como una protección, me nutre, energetiza y eleva la vibración.

M. Sol Román