La propuesta de trabajo hacia el absentismo escolar, que vino de una compañera educadora social tras conocer el Sistema Río Abierto, coincidía plenamente con mi propia inclinación y forma de trabajo: se trataba de abordarlo desde el aula y generar ahí mismo el sentido de pertenencia, el refuerzo hacia la expresión genuina y el bienestar.
Las ausencias prolongadas en la Escuela, de los menores en edad de escolarización obligatoria es una de las áreas de trabajo preferentes desde la la educación social, en los Ayuntamientos; se interviene con las familias y en los centros educativos con el objeto de afrontar las problemáticas que emergen y que llevan a muchos niños y niñas a dejar de asistir a clase.
Como educadora social, era una cuestión crucial que he abordado desde el ámbito social, ¿Cómo propiciar, atajar, motivar que los niños y niñas, con los que intervengo encuentren sentido a su proceso educativo? He trabajado este aspecto en sesiones individuales y grupales con las familias y niños y niñas, y siempre había deseado intervenir directamente en el Aula. Sentía que. de algún modo, tenía que ser desde su propio grupo-clase desde donde debíamos promover «el deseo» de estar y ser parte.
El hecho de que yo misma, en mi primera infancia, tuviera grandes problemas para sentirme parte de los colegios a los que asistía, algo que no vi resuelto hasta sexto de EGB explica con claridad mi sensibilidad hacia este área de trabajo.
Tras formarme en la terapia psico corporal de Río Abierto empecé a llevar grupos de niños y niñas aplicando este Sistema. Para mi, el sistema Río Abierto busca propiciar, la libertad de la persona, y el encuentro con su propio sentido de ser, mediante la toma de consciencia (intelectual, corporal, emocional y espiritual), de los moldes que asumimos con la educación y las normas sociales, bajo las cuales se va tapando nuestra esencia más profunda.
¿Cómo aplicar este sistema, que tanto me ayudó a mi, a propiciar crianzas más respetuosas con la esencia de cada niño/a. Las técnicas que se utilizan son la expresión libre a través del cuerpo y la música y otras artes; la palabra, el silencio, la respiración y el masaje. El grupo, y cada uno de los individuos del mismo como seres creadores de su propia existencia.
Así llega el proyecto «Aquí Jugamos Tod@s». El objetivo de los tres profesionales que conformamos el equipo (psicóloga, educadora y terapeuta gestalt) consiste en introducir en el curriculum educativo la idea de que cada niño/a en su diversidad es una potencia que suma, que trae al grupo-clase algo fundamental. El concepto de grupo, entendiendo a cada elemento del mismo como parte esencial y única. Considerando así al grupo-clase podemos incorporar la dificultad que cada niño/a trae como un factor de aprendizaje para tod@s, como un potencial de cambio y mejora del propio grupo.
El absentismo, más presente en las escuelas públicas, continúa estando vinculado con población considerada en exclusión social. La exclusión social tiene mucho que ver con situaciones de desestructuración familiar y social, vinculada a su vez a situaciones de violencia, consumo de tóxicos de modo descontrolado y obtención de recursos con formas no legales, entre otros factores que cuando operan juntos son una bomba para el desarrollo infantil y por tanto de la persona.
Aplicando el Sistema Río Abierto, la propuesta va dirigida a propiciar que el niño o la niña, a través de juegos de expresión y danza, vaya mostrando cada vez, de un modo más libre su forma de ser e interactuar con el mundo. Así, naturalmente van apareciendo las dificultades que cada niño tiene en esta interacción, para después poder intervenir en lo específico.
El objetivo consiste en crear un micro mundo en el que el niño actúe tal cual es, pueda expresarse, mostrar sus miedos, inseguridades, gustos y habilidades, y potenciarlo incluyendo todo su mundo afectivo. Si puede compartir lo que le ocurre y vive -todo lo que le afecta en su interacción con el mundo-, y es aceptado, se siente parte de este mundo.
A veces tampoco saben expresar de un modo sano para ellos y su entorno lo que les ocurre, y hay que aprender juntos. Éste ha sido el trabajo: aprender a mostrarnos, encontrar la creatividad como vía para canalizar las inquietudes de cada alumn@ en el aula, para que sientan el aula como parte de su vida, cmo un motor, que contribuye a construirnos como seres humanos íntegros.
Algunos ejemplos, para los que hemos falseado los nombres, ilustran procesos significativos:
Francis, de 11 años, un niño con muchas dificultades de control de impulsos. Ha sido expulsado en varias ocasiones por agredir a compañeros de forma física. Compartimos en su grupo-clase la dificultad de contención. Realizamos juegos diversos para sacar la fuerza y la agresividad de forma sana para él y para el grupo. Expresa y narra como se siente, dónde se origina el daño. Realizamos juegos de trabajo cooperativo, promoviendo en él y reforzando un liderazgo que suma, donde su fuerza es una habilidad para conseguir el objetivo del grupo.
Reflexionamos entre todos/as las alternativas, a una situación en la que se siente agredido, cómo actuar de modo que no se hiciera daño a sí mismo ni a nadie. Representamos la acción, para que pueda vivenciarla y que esto le ayude a llevarlo a la realidad.
– identificar qué se genera en él cuando se produce una situación que lo altera
– Utilizar la respiración para ayudarle a atravesar la emoción que lo domina.
– Aplicar la alternativa que sea viable para él.
Un trabajo de apoyo mutuo y de integración que nos sirvió a tod@s. Fran quiere ser maestro, y lucharía contra la droga y la delincuencia.
Ejercicios de expresión de sentimientos, compartir sus orígenes, familia, valores en su familia. El grupo que acompaña y acoge.
Amin, de 8 años de edad. Mucha agresividad también. Muy reservado, hacia dentro. No quería bailar, jugar, seguir al grupo ni las consignas, todo lo creativo le espantaba. El trabajo fue parar cada situación de agresión que él tenía con alguien del grupo. Reflexionar con él, y ver qué le llevaba a expresarse de ese modo con los demás. A la vez encontrar una forma creativa en la que se sintiera bien. Al final descubrimos que le encantaba bailar break dance, le dimos la opción de mostrarse con este estilo y fue muy importante para él encontrar una figura masculina adulta que validara esta parte suya (somos dos chicas y un chico).
Las familias también participaron. Una jornada para compartir que nos aportaba la escuela, la familia, y los hijos, desde la danza, el juego y la expresión grupal con un ritual.
Trabajar lo ceremonial y grupal, lo simbólico, como elementos que tocan tanto al niño/a como al adulto de un modo directo y nos ayudan , en este sentirnos parte de la comunidad a la que pertenecemos.
Nieves Alfaro