Los que me conocéis, sabéis que no acostumbro a coordinar sesiones para niñ@s, pero de vez en cuando, desde hace unos años, en el marco del Día de la Discapacidad organizo en el Distrito Sarriá Sant Gervasi del Ayuntamiento de Barcelona, una sesión inclusiva con usuarios del centro ocupacional TEAS, niñ@s y cualquier persona del barrio que se quiera acercar.

Este año nos precedía una cuentacuentos que les narraba Hansel y Gretel. El hilo conductor del movimiento decidí vincularlo a este cuento. Concretamente, nos moveríamos por el camino de vuelta desde la casa de chocolate hasta nuestra casa.

Nunca sé cuanta gente vendrá, ni de que edades –acostumbran a venir niñ@s  entre 4 y 7 años, alguno más mayor.

Este año el Ayuntamiento me avisó, se estaba apuntando mucha gente.

Llegó el sábado en cuestión.

El grupo de TEAS quedamos antes para preparar la sala. Las personas con diversidad funcional que me acompañan están muy habituadas al trabajo de Rio Abierto y les pido que hagan de masa crítica. Les encanta y a mí también.

Los primeros en llegar vienen con cochecito, vaya, que pequeñitos, comentamos entre risas nerviosas. Cada vez hay más familias y más niñ@s, muchos niñ@s.

Puerta cerrada. Empieza la narración del cuento. Cuarenta personas expectantes y yo alucinando. Hoy los participantes han encogido, y mucho. Son muy pequeños, la mayoría entre 2 y 4 años.

Una vocecita me dice, fácil, hazlo fácil y sutil.

Me toca. Aplauden el cuento y salgo proponiendo hacer el camino de vuelta desde la casita de chocolate hasta nuestra casa. Igual que  Hansel y Gretel pero sin perdernos  -les digo. Porque no hace falta pasar un mal rato, ¿no? Les propongo andar por el bosque, entre ríos, arboles, animalitos. Todo fácil e idílico.

Un retaquito que no debe hacer demasiado tiempo que ha aprendido a hablar, un gran mini hombre me responde: «bueno, si nos perdemos, no pasa nada, luego nos podemos encontrar y así jugamos -y me muestra cómo se esconde y aparece-, ¿ves?».  Le doy las gracias por la brillante idea que ha tenido, Jugar a perdernos para volvernos a encontrar.

Todo un filósofo de la vida, de cómo perderle el miedo al miedo. Un nene de no más de cuatro años me explica que salir de mi zona de confort no será tan terrible si lo hago jugando.

Lo que más me impresiona es la confianza con la que lo dice.

Si los pajaritos se nos comen las miguitas de pan, si la vida se nos complica y la noche irrumpe en el viaje, juguémoslo con coraje.

Llevo toda la semana recordando este momento y os lo dejo de regalo.

Os regalo toda la ilusión que tenía el nene, toda la confianza que expresaba, su mirada y coquetería ante la dificultad.

Feliz camino de perdida y reencuentro amig@s.

Maribel Barnola

Formada en trabajo psicocorporal (sistema Rio Abierto). Facilito sesiones de movimiento para alumnos en formación.
Especializada en movimiento y diversidad funcional, coordino sesiones de movimiento y diferentes talleres relacionados con el cuerpo y la creatividad en el Centro ocupacional TEAS.
Formada en TCI, colaboro impartiendo un módulo de movimiento y diversidad funcional.